¡INDESTRUCTIBLES!
La innovación los sostiene en el mercado.
Que la cosecha de mujeres nunca se acaba, es una verdad de apuño, como también lo son los fabricantes de calzado, quienes con sus ideas frescas mantienen sus producciones, en cualquier lugar y época.
Lo que hacen los zapateros solo se ve en los pies de la gente, por lo demás, parecen fantasmas… no figuran en los programas del desarrollo empresarial de los gobiernos, que los miran como unos pobretones de la economía, que no merecen nada… solo presiones para que se legalicen y tributen; pocos los valoran como actores de la moda.
Los zapateros, sin embargo, quien lo creyera, son autosostenibles. Defienden sus ideas, con pies y manos, en una muestra de que tienen una inmensa capacidad para crear, generar empleo y bienes social, tributos que parecieran genéticos… quienes se dedican a este oficio solo piensan en cómo llevarles confort a los consumidores, lo demás, lo manejan con una inteligencia, no artificial, sino real, que causa admiración, entre quienes vemos sus sesudas tareas.
A quienes les ha pasado por la mente que, los zapateros desaparecerán, que se bajen de esa nube. El más humilde de la sociedad se calza y mientras haya seres humanos sobre la tierra, perdurarán los fabricantes de calzado. Los zapateros, como se ha dicho tantas veces, son ingeniosos y será imposible que los saquen del contexto productivo y económico, por ser dueños de unos conocimientos, que plasman, en un artículo que es esencial en la sociedad.
Los últimos años han sido caóticos para los industriales del calzado, pero son tan resistentes y persistentes, que se han dado el lujo de capotear, en absolutamente todo, comenzando por el contrabando, certificando que nacieron para ser útiles y que por lo tanto el Estado, debería, al menos por vergüenza, tenerlos en cuenta, dentro de la tan mencionada agenda económica, que pareciera estar diseñada para pocos sectores, los que sean del agrado de la clase política, que es la que quita y pone.
Hoy, los famizapateros tienen mucho más protagonismo que ayer, por la desaparición de muchas pequeñas empresas, lo cual deberá ser tenido en cuenta por los gobiernos locales, regionales y nacional, sí es que se quiere defender y afianzar el empleo, del cual mucho se habla, pero es más teoría, que realidad, en los territorios donde está la industria.
En el barrio Restrepo de Bogotá, para no ir tan lejos, a los zapateros les han venido pintando pajaritos de oro; promesas que no se reflejan en el desarrollo de las fábricas, que pasaron de producir docenas a pares y de ocupar 5 o 10 operarios a 2 o 3. Los zapateros, son y serán indestructibles, pero necesitan apoyos visibles, no teóricos, que les permita fortalecer sus emprendimientos, que manejan básicamente a nivel de familia, con proyección de dar mano de obra.
Las predicciones sobre el mañana de la zapatería, no son las mejores: se sostendrán quienes tengan capacidad de inversión, de hacer los procesos en casa y de vender al contado. Quienes no tengan conocimientos sobre este arte, que invierten porque observan que es un negocio lucrativo, pero que acuden a terceros para que les produzcan, llegará el momento en que verán menguados sus ingresos y antes de que sea tarde, dirán a Dios… darán el paso al costado.
La zapatería es de alto riesgo. No es para todo el mundo, quienes la manejan sometiéndose a las altas y bajas del mercado, sobrevivirán, como lo hacen el 98.5 por ciento, que manejan el sistema de produzco en el hogar, creo empleo familiar y comercializó, en lo posible, directamente, que es la mejor forma para subsistir.
No es romanticismo decir, que la zapatería es bendita. Lo es y lo será, depende demasiado de la tolerancia, del amor por el oficio y de la tener los pies, bien puestos a la hora desarrollar colecciones, que cautiven, que no se conviertan en una pesadilla, porque la rotación del producto no cumplió con las expectativas.
Por eso hay que ir a la fija, producir lo que se venda, lo más rápido posible, y multiplicar cada peso, para crecer en todos los aspectos: ensanchar la empresa, garantizarle una vida digna a la familia, a los colaboradores y satisfacer a los consumidores, quienes son el alma de la industria del calzado: si ellos compran, nosotros crecemos, dicen quienes consideran la zapatería, como lo más lindo del mundo.
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