ALTO NIVEL
Entre más caminamos, más aprendemos. Y ahora mucho más, por las secuelas de la pandemia que, luego de 3 años, continúa haciendo estragos; los vivos no han querido entender que el mundo anda por los humanos.
Estábamos acostumbrados a vivir con lo del día a día, llegó el Covid-19 y nos enseñó a ser más proactivos. Los hombres y las mujeres tenemos que dormir a medias; en alerta para que el hambre no toque el estómago, que es lo peor que nos podría pasar.
La base de la economía está en los barrios… es y será inocultable, pero el Estado no ha querido reconocer el esfuerzo famiempresarial; en vez de respaldarlos, los azota con impuestos, que no les permite ser visibles: de cada 100 pesos, entre 35 y 45 son cargas tributarias, que los obliga a esconderse… para sostenerse en el mercado de la industria de la moda, que es una reina en la generación de mano de obra.
El calzado y la ropa que fabrican los micro, fami y pequeños empresarios, son brillantes, pero carecen de apalancamiento. No queremos que nos regalen, pero sí que valoren nuestra labor, que no se ve, dicen los protagonistas. Quienes sacan provecho de nuestro conocimiento son las marcas, que mandan a maquilar y por desconocimiento el gobierno los premia con dinero y galardones, cuando el talento es de otros… que están en las aglomeraciones a donde los responsables del plan de desarrollo no se acercan. Y justifican con cifras millonarias, inversiones que no impactan en la presencialidad productiva, que es donde está concentrada la esencia del vestuario, que todos lucen, pero pocos conocen el origen. Más de uno creen que los comercializadores son los dioses de la elegancia y no es así: los pasos y las puntadas los dan los micro empresarios, a quienes las autoridades buscan a diario para meterlos en la horma del paguen impuestos, sin antes analizar cuál es su aporte en lo social… cumplen una titánica acción en una economía que está débil. Los grandes pagan poco o nada y a los medianos los abrochan, se la aplican toda, con el riesgo, inclusive, de ir a la cárcel, por evasores, por no someterse a un modelo económico que exige mucho y da poco.
Los famiempresarios son y serán, en medio de las dificultades, los soportes del desarrollo, que hoy más que antes requiere de un afianzamiento para que les garanticen, a las madres y padres cabezas de hogar, trabajo, sin importar el estilo de contratación; el acoso monetario es apremiante.
El alto nivel de vida lo garantizan los pequeños empresarios de la industria de la moda y de otros sectores, como el de la agricultura, que también juega un papel preponderante, pero tiembla la sostenibilidad.
Los servicios públicos tienen hoy a los colombianos en una incertidumbre total, por los elevados costos, lo cual representa un riesgo para el empleo, lo cual se tendrá que revisar con urgencia.
El llamado a los sectores productivos es a que actúen coherentemente. Los empresarios tienen en sus manos el bienestar de muchísima gente. El buen comer, el buen vivir, la salud y la educación, dependen de la actitud de cada inversionista. Entonces, a demostrar que quienes promueven el desarrollo son más que el Estado, que está saturado de vividores, que nos quieren acorralar y están equivocados: no le caminaremos más a esa guachafita, defenderemos nuestros derechos pacíficamente y con calculadora en mano.
El desarrollo empresarial es el alma de la sociedad. Los zapateros, confeccionistas y afines de Colombia, tienen las botas y el overol puestos, por la moda, que es hecha por talentos que están tras bambalinas, contribuyendo a que Colombia sea más competitiva a nivel global.
Hoy, el tema político está de boca en boca. Elijamos a quienes realmente nos representen con dignidad… fuera quienes acogieron la política como un negocio.
REFLEXION: La cárcel para políticos debe ser en las urnas.
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