Hacer caso omiso a lo que estamos viendo y sintiendo, es como no creer que el Covid-19 nos está matando y que la base de la industria del calzado y afines (sistema moda) está desapareciendo.
Contar historias y mostrar el quehacer de los fabricantes de calzado, no solo del Barrio Restrepo de Bogotá, sino del resto de Colombia, es emocionante; describir su ardua lucha por el desarrollo económico y social de Colombia es muy gratificante.
El Periódico El Peletero fue inspirado, hace 25 años, en los zapateros. Algo que parecía una quijotada, un sueño irrealizable, nos ha llevado a las Bodas de Plata, porque quienes producen guantes para los pies nos han dado suficientes motivos para exponer lo que son: genios de la humanidad.
Lamentablemente, el reconocimiento para quienes les llevan felicidad a los pies de niños y adultos entre 1 y 100 años, es poco. Aún no he entendido por qué tanta displicencia de los gobiernos, que no valoran a los zapateros como puntales del fortalecimiento industrial, y sí les dan a los importadores y contrabandistas espacio para que saturen el mercado nacional. Situación que empobreció el sector, que está en cuidados intensivos, con una tendencia nefasta, a no ser que lo oxigenen en el último año de gobierno del presidente Iván Duque Márquez, quien le prometió al sistema moda: cuero, calzado, marroquinería, textiles y confecciones, darle la importancia que merece por ser generador de empleo, que oscila entre el 65-75 por ciento. Mano de obra calificada que está desapareciendo, creando angustia entre madres y padres cabeza de hogar por el cierre de micro y fami empresas de calzado y vestuario, que por no cumplir (un 99.8 por ciento) con los requisitos para acceder a los apoyos y créditos, dicen no más, aumentando la desocupación, que se está tornando riesgosa, por la carencia de oportunidades laborales.
Las fábricas de calzado colombianas (organizadas) están optando por acudir a la Ley de Insolvencia: 1. Por las pocas ventas, 2. Por las deudas, 3. Impuestos, 4. Intentar salvar parte de sus activos, 5. Altos costos de servicios públicos, 6. Excesivo contrabando, 7. Comenzar de nuevo, 8. Migrar hacia ciudades y municipios donde les permitan trabajar con bajas cargas tributarias, por generar empleo, 9. Para que los consumidores aprecien lo hecho con manos colombianas y 10. Para que los compradores mayoristas, minoristas y al detal, sean solidarios con la industria de Colombia, diciéndole NO a los zapatos y ropa extranjeros.
Así se podría recuperar, en parte, durante los próximos 2-3-4 años, lo que el comercio sucio y el Covid-19 se llevaron, dejando una zozobra total, por las notables pérdidas de los industriales, a los que el Gobierno Nacional, con programas de alto ‘turmequé’, está impulsando, para que reactiven las empresas de calzado y afines, al igual que a los textileros y confecciones, en su mayoría más que pequeños, quienes atraviesan por un momento cruel a nivel local y nacional, por el débil consumo y pírrico capital de trabajo.
Las estrategias de reactivación del Gobierno para el sistema moda, están diseñadas para empresas estructuradas, las cuales son mínimas, por lo que el panorama es sombrío: si no tenemos para dar respuestas al consumo doméstico, menos para exportar, dicen los empresarios. La reactivación que tienen en marcha el Ministerio de Industria y Comercio y la Alcaldía Mayor de Bogotá, no encaja para lo que requiere la raíz de la productividad y economía.
Las oleadas de emociones de los gobernantes no podrán continuar distrayendo una realidad: la pobreza y la miseria, que sería solucionada con planes aterrizados, en los que micros zapateros y confeccionistas tienen mucho que aportar.
A los estrategas del desarrollo económico, una petición: NO MÁS disculpas con el tedioso discurso de la informalidad… si la intención es revivir la industria del calzado y las confecciones, bastaría con revisar el pasado de cada zapatero y aparecerá registrado en la Cámara de Comercio y permitirles a los nuevos productores que legalizan sus fábricas, y sin movimientos bancarios millonarios, que obtengan beneficios.
En la década del 90, cuando junto a Luis Alfredo Alba Pinzón (El Tigre), Luis Enrique Gómez Valero (El Padrino), José Miguel Piedrahita y mi inolvidable esposa Blanca Ruth Gutiérrez Dávila (q.e.p.d.), iniciamos la tarea de ubicar a los zapateros en la cúspide, teníamos la esperanza de cambio. Hoy tengo que expresar con el corazón en la mano, que lo que medio vive es el Periódico El Peletero (también Ansecalz y Afines), que gracias a los sesudos análisis de Javier Lara, Luis Coelho, Manuel Bogoya, Makanaki y Girleza Gómez; Jorge Alberto Gutiérrez, Richard Smith y otros colaboradores analistas, seguirá caminando hasta cuando el señor Jesús lo permita y los empresarios continúen dando de qué hablar y mostrando sus productos a través de este medio masivo y especializado (impreso y virtual) de la Cadena Productiva del Cuero, Calzado, Marroquinería y Afines; Textiles y Confecciones.
A todos ellos, a los lectores y anunciantes, mil gracias. Sin ustedes no seríamos nada. Nuestros zapateros y confeccionistas, mientras José Yesid permanezca con los ojos abiertos, tendrán en mí a un interlocutor incondicional, con ideas respetuosas e inteligentes, exponiendo lo que se debe hacer por el bien del sistema moda, en lo periodístico y dirigencial (desde Ansecalz y Afines), que es mi otra pasión.
El amor por mis hijos Yesica Alejandra y Yesid Mateo, a quienes quiero con el alma, me hace sentir a cada instante como de 15 abriles… por ellos daría mi vida.
Bendiciones para los empresarios y la comunidad. Y nuestro más sentido pésame a quienes han perdido a sus seres queridos por el virus. Cuidémonos al máximo: la riqueza que nos queda, aún en medio de la pandemia, es la familia, la salud y la vida.
San Crispín y San Crispiano estarán de regreso.
Y VIENDOLO BIEN… La vacuna no evita la muerte, pero nos alarga vida.
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